Se
volvió a gran velocidad, sorprendida de que algo le fuera a producir
semejante quemazón en su piel.
Algo le hizo un leve rasguño en sus ropajes, abriéndole una pequeña herida en la pierna, pero no vio siquiera qué fue. En acto de defensa, tensionó los músculos de su cara, haciendo que aparecieran sus afilados colmillos fuera de su boca al mismo tiempo que profería un bufido.
Algo le hizo un leve rasguño en sus ropajes, abriéndole una pequeña herida en la pierna, pero no vio siquiera qué fue. En acto de defensa, tensionó los músculos de su cara, haciendo que aparecieran sus afilados colmillos fuera de su boca al mismo tiempo que profería un bufido.
-La temporada de caza ha terminado, guarda tus colmillos.
En ese mismo instante un aullido insonorizó cualquier otro tipo de ruido ambiental, resonaba cerca, tan cerca como si estuviera a pocos kilómetros de ellos a pesar de encontrarse apartado el bosque más próximo.
El hombre que parecía haber disparado se había parado delante de ella en esos momentos frunció el ceño y ella también, ambos se quedaron mirándose fijamente a los ojos por unos instantes, para posterior e instintivamente alzar la vista al cielo; Luna Llena.
Ensimismados como estaban mirando el cielo, los dos pegaron un repullo al resonar un estallido en alguna parte de la ciudad, y vieron como una luz azulada ascendía hasta el cielo como si quisiera tocar las estrellas y en un acto reflejo Angus cargó su arma con la que momentos antes había disparado a Dawa. Y volvió a apuntarla...
-Para ti la temporada de caza acaba de empezar... - Dijo Dawa mostrando la mejor de sus sonrisas.
Angus parpadeó. ¿Dónde...? ... ¿Dónde está?
Se giró sobre sus
propios talones pero allí no había nadie..., salvo Sarchk hecho un
ovillo en el suelo con las manos en la cabeza... El cazador levantó
la vista al firmamento... Plumas negras caían levemente hacia su
cara.
Angus miró a Sarchk, no le producía mucho agrado su compañía, pero no tenía más remedio que llevarlo consigo. Por lo que lo levantó del suelo cogiéndole de un puñado por la especie de camisola amarronada que llevaba, haciéndole medio andar a trompicones hacía la salida de aquel agujero negro.
- Andando.
- ¿Dónde me llevas?... si me vas hacer daño te condenarás - decía Sarchk con una voz que a duras penas salía de su tráquea, Angus caminaba en silencio y seguía aguantándolo por la parte posterior con una mano y portando la pequeña ballesta en la otra, mientras, seguía oyéndole murmurar algo muy de fondo, miró la ballesta ...no tendría duda a la hora de volver a utilizarla y ésta vez no habría fallo intencionado.
Poco a poco, se veía un poco de más claridad procedente de la calle, el final del callejón se encontraba cerca...
- Quizás yo no pueda luchar contra ti, pero hay gente que estaría dispuesta hacerlo y mucho mejor que yo... y te lo advierto no me toques un pelo porque acabaras reducido a ....- Sarchk continuaba hablando y murmurando mientras caminaban. Y acabó por colmar la paciencia de su ''acompañante", que apenas le dio tiempo para que terminara la frase cuando se encontraba de nuevo contra la pared, pero en una posición diferente; ésta vez casi besaba la piedra.
-¿A cenizas? - dijo con voz grave Angus, acabando la frase por él- ¿quieres que te reduzca a cenizas yo a ti? ... tu verás lo que haces, o sales vivo de aquí o duermes ésta noche en un ataúd, a mi me da exactamente igual, iré al infierno de todas formas, tú eliges.
Silencio...en un resumen, esa sería la palabra más correcta y adecuada para describir el resto de camino del ''viaje'' ; desde la terminación del callejón hasta ''La casa del buen hacer''.
Un laboratorio clandestino donde se podía aprender alquimia fácilmente ya que; allí, se encontraba uno de lo más solicitados expertos de toda la región: Orhis.
El alquimista les vio aparecer, tenía la puerta entornada y aunque les hizo un gesto para que entraran con la mano, les recibió con un rostro descompuesto y pálido, parecía familiar de las ceras de las velas que tenía encendidas en candelabros en ciertos lugares en la pared, para evitar así la oscuridad reinante y no ocupar más espacio en las mesas, que dicho sea de paso; se encontraban hasta arriba de alambiques destilando cualquier sustancia, frascos de diferentes ácido y otros repletos de azufre, sal, azúcar y pequeños sacos con los que reponer estos, amén de otros enseres que le fueran de utilidad.
En un rápido vistazo vio de nuevo un trozo de plomo nuevo y pensó para sí mismo...¿descubriría alguna vez como convertirlo en oro?.
Orhis le hizo un leve gesto de espera con la mano y siguió con lo que seguramente estaría haciendo momentos antes de que ellos ''profanaran'' su ''casa'', dándoles la espalda: Reprimir a su alumna.
Como
una estatua se encontraba Sirthe, con la cara llena de hollín parada
en frente de una de las puertas que daban al gran solar desierto
(gracias al cielo), quién aguantaba la reprimenda de su profesor
(merecida), por haberle cogido de imprevisto la bolsa que había
adquirido recientemente de pólvora venida de China, gracias a un
vendedor y un precio considerable después de un regateo con
éste.
-Por los aires... por los aires, podíamos a ver muerto todos, menos mal que te dio por echar un par de granitos... si te llega a dar por echarle dos puñados no terminan de recoger nuestros pedazos... ¿pero cómo se te ocurre echarle pólvora a la solución de azufre y vitriolo azul con alcohol, criatura?.
-Yo... lo siento mucho -le devolvió una voz algo tímida y apagada de una niña de quince años pelirroja y con ciertas pecas a la altura del puente de la nariz y ambos lados de este.
Su mentor posó una mano sobre su cabeza en un gesto paternalista y burlón y le revolvió el pelo.
-Recoge el desastre que has armado anda y límpiate la cara, voy a atender a los señores.
-Por los aires... por los aires, podíamos a ver muerto todos, menos mal que te dio por echar un par de granitos... si te llega a dar por echarle dos puñados no terminan de recoger nuestros pedazos... ¿pero cómo se te ocurre echarle pólvora a la solución de azufre y vitriolo azul con alcohol, criatura?.
-Yo... lo siento mucho -le devolvió una voz algo tímida y apagada de una niña de quince años pelirroja y con ciertas pecas a la altura del puente de la nariz y ambos lados de este.
Su mentor posó una mano sobre su cabeza en un gesto paternalista y burlón y le revolvió el pelo.
-Recoge el desastre que has armado anda y límpiate la cara, voy a atender a los señores.
Sirthe se quedó mirando a Sarchk, tenía un aspecto demacrado, los ojos ligeramente hundidos y con una tonalidad algo grisácea, flacucho y no mediría más del metro setenta, y las ligeras entradas se habían dejado ya ver, la boca la tenía medio abierta, en un intento de pronunciar algo:
– Así
que... es cierto, la escuela clandestina de alquimistas existe....
Los
ojos azules de Orhis se clavaron en los marrones de Angus y éste
miró con desdén a Sarckh, al que volvió a coger en volandas, lo
metió en una de las dos celdas que había en la habitación y lo
cerró bajo llave:
-Sí,
existe y tú te vas a estar calladito si no quieres que te corte la
lengua, la haga puré y luego te la dé de beber a sorbos. ¿Estamos?.
Sarckh
asintió rápidamente con la cabeza, y se quedó callado... genial,
había estado a punto de morir por una vampira, casi acaba dentro de
un ataúd o muy posible sin lengua... el tío de oscuro... imponía y
no porque le sacara casi la cabeza e hiciera dos de él de anchura...
el brillo de sus ojos revelaba que desde antaño había visto más
cosas, de las que hubiera deseado a ver visto o sabido en toda su
vida como ser humano.
Ahhh me encantó esta parte de la historia
ResponderEliminar*3*
Excelente, esperaré ansiosa la siguiente ^^
Me gustooooo!! cada vez te superas mas Dawitaa!! ;)
ResponderEliminarBesukossssss!!!!!!!!!
Me alegro mucho chicas de que la historia os vaya gustando!!.
ResponderEliminarBesitos a cada una de vosotras a repartir.
¡¡ Me alegra mucho que paséis por aquí !!.
=^.^=