Había
mucho bullicio, Dawa intentó taparse los oídos con las manos sin
abrir los ojos y frunciendo el ceño en señal de molestia, pero
parecía tener todas aquellas voces incrustadas en la cabeza.
Entreabrió
los ojos y vio algunas sombras de siluetas. Miró en derredor y vio
cómo su entorno era diferente. No se encontraba ya en su habitación,
donde la oscuridad la acogía y la hacía sentirse segura de todo
cuanto le rodeaba. Se levantó apoyándose en la pared y comenzó a
andar, tropezó un par de veces hasta llegar al lugar de donde
procedía el murmullo, también olía mal... ¿de dónde procedía el
hedor?, instintivamente se tapó la nariz. Veía sombras a su
alrededor sí, pero no lograba ver de quién se trataban ni lo que
estaban haciendo, sólo escuchaba gritos, gritos que le hacían
sentir una intensa angustia cada vez que volvía a dar cuenta de
ellos. ¿Escuchaba algunas risas también?... prestó más atención
y para sí misma dijo; Sí... una risa, y una especie de silbido...
volvió a escuchar otro grito y ésta vez sus ojos se abrieron de par
en par.
Se despertó y miró con urgencia su alcoba. Sí, se encontraba en ella aunque en el extremo opuesto, de pie, junto al espejo que tenía cubierto con una tela negra, a veces no sabía si le daba más lástima no verse, o incluso alegría porque no le devolviera el objeto su imagen.
Parpadeó un par de veces hasta ubicarse del todo, ni siquiera
había tenido noción de haberse puesto en pie y haber andado hasta
el otro extremo.
Asomó
levemente la cabeza por la ventana,
lo justo y necesario para saber que había anochecido, a veces se
sorprendía así misma cuando el sopor que la cobijaba durante las
horas de luz,
pasaba en tan sólo un suspiro...
Todavía había algo de lo que se sorprendía más aún... ¿Desde cuándo recordaba lo que había soñado?, puesto que ni siendo mortal rara vez recordaba las historias que vivía cuando los brazos de Morfeo la acunaban.
Todavía había algo de lo que se sorprendía más aún... ¿Desde cuándo recordaba lo que había soñado?, puesto que ni siendo mortal rara vez recordaba las historias que vivía cuando los brazos de Morfeo la acunaban.
Fue hacia la entrada pero notaba muy pesado su cuerpo, demasiado aplomo... necesitaba ''comer''.
Salió al exterior a
que por lo menos le diera el aire, respiró la humedad de la
intemperie y escuchó el ulular de una lechuza que seguramente
sobrevolaría las cercanías, en busca de un refugio entre las ramas
de los árboles del bosque. El bosque pensó... "animales de
sobra de los que poder alimentarme", pero rechazó de
inmediato la idea... No se sentía segura en ese estado.
De pronto, un leve vahído la hizo dejar completamente de lado alguna posibilidad de adentrarse en el bosque. Pensó en ese momento; que si batía alas el recorrido hasta la ciudad sería más rápido y pasaría desapercibida.
Alzo el vuelo.
Aunque recorriera el cielo igual de rápido que una estrella fugaz, su sensación de desvanecimiento no lograba mitigar por lo que una vez que se hallaba medianamente cerca, se vió obligada a descender en un claro donde no había nadie. ''Escondió'' sus alas oscuras bajo su capa y se fue apoyando en las paredes que iba encontrando a su paso intentando no caer, se notaba exhausta y algo aturdida, tanto que; sin preverlo, sus rodillas se clavaron en la tierra fría.
De pronto, un leve vahído la hizo dejar completamente de lado alguna posibilidad de adentrarse en el bosque. Pensó en ese momento; que si batía alas el recorrido hasta la ciudad sería más rápido y pasaría desapercibida.
Alzo el vuelo.
Aunque recorriera el cielo igual de rápido que una estrella fugaz, su sensación de desvanecimiento no lograba mitigar por lo que una vez que se hallaba medianamente cerca, se vió obligada a descender en un claro donde no había nadie. ''Escondió'' sus alas oscuras bajo su capa y se fue apoyando en las paredes que iba encontrando a su paso intentando no caer, se notaba exhausta y algo aturdida, tanto que; sin preverlo, sus rodillas se clavaron en la tierra fría.
Un lobo volvió
aullar retumbando tanto sus tímpanos como su cabeza y maldijo a los
lupinos, a la luna y a la necesidad de ingerir alimento.
No se dio cuenta de
que un lobo grisáceo se encontraba frente a ella, sentado sobre sus
patas traseras, mientras jadeaba, de nuevo escuchó gritos, no sabía
de dónde salían sólo quería que dejaran de producir esa sensación
de agotamiento en su cabeza.
Miró al lobo, era
pequeño y a simple vista parecía inofensivo, pero su olor le
repugnaba, hizo un amago de levantarse despacio y el lobo en un
intento de imitarla; se apoyó sobre sus cuatro patas ahora, sin
quitarle sus ojos amarronados de encima y ladeó un poco la cabeza al
ver como la vampira se desplomaba, ésta miró por encima de las
orejas puntiagudas del animal y vio algo oscuro, más negro que la
propia noche cerrada en la que se encontraban y que ondeaba en el
horizonte.
Dawa se agazapó,
cerró los ojos y se hizo un ovillo en el suelo, no tenía fuerzas y
sólo esperaba que no hubiera ningún humano cerca y su voluntad
fuese menor que el hambre.